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Al tio Giuseppe y a mi amigo Julio "El Oriental"




Éramos tres almas errantes caminando sin rumbo aparente por las calles de San Telmo. El tío Giuseppe y su mandolina, vos con tu lápiz y prosa de barrio adentro y yo que elegía siempre el mismo bar. Y que no me vengan con eso de que "no existe el tiempo ni el espacio". Estábamos ahí. Nos sentíamos ahí. En ese preciso instante, en ese lugar y no en ningún otro. Que no todo es igual, que San Telmo no es un barrio más, que estar con ellos y no con otros no era producto del lúdico azar: estábamos ahí porque compartíamos afectos, así lo quisimos, porque elegimos ser y estar juntos cuando podíamos estar y en ese momento y en ese lugar. Que no me vengan con "las coincidencias de la vida". Que nada es casual viejo. No sé en otros barrios, pero al menos en las calles de San Telmo no creo en las casualidades sino en búsquedas que, por fin, encuentran su preciado objeto. Que no me vengan con que "la felicidad plena no existe". Créanme amigos, era esta una noche de esas que merecen ser llamadas "perfectas". No hacía calor, ni frío y no sentíamos casi el peso de nuestros cuerpos mientras caminábamos pensativos. Ni me siento sola. Ni me enojo conmigo por mis caprichos estúpidos. Ni te siento lejos. Ni quiero más de lo que tengo. Que no me vengan con que "todo tiempo pasado fue mejor". Que en esas calles cargadas de tango y nostalgia se respiraba el aire más puro. Que éramos entonces solamente presente, ni ganas de ayer ni ansias de mañana, el tío siempre acompañaba y vos y yo vivíamos intensamente los que nos brindaba el momento.


"Un café, bah, mejor dicho tres menos uno, dos. Cargados por favor". Yo que guardo un sobrecito de azúcar para documentar mi recuerdo. Vos que fotografiabas El Dorrego por miedo, infundado por cierto, de que tus pupilas alguna vez olvidaran ese momento, el tío que se baja la ginebra y se va a ver a su Boca pasión... Te acordas? se llenaba de historias nuestra noche. De Borges, Sábato, Benedetti, Piazzolla, Reutemann, Bertolucci, Monzón, Mafalda, Almendra reconciliándose ahí al ladito de nuestra mesa, casi podíamos (¡queríamos!) dejar de oír la voz del mozo que contaba la anécdota y escucharlos a ellos discutir apasionadamente el Boca-River. Y él, él contando que si alguna vez decidiese proponerle casamiento a una chica, lo haría en ese café. No en cualquier barrio, no en cualquier café, en El Dorrego de San Telmo. Sí, ese que tiene la barra de madera más gastada y más escrita del mundo, el de la caja registradora gigante.... Yo también si alguna vez me hubiera casado le habría pedido a "el" la ceremonia en ese bar. Y vos Oriental?... Después caminando lentamente, la noche nos perdía en la magia del parque Lezama, se me habían ido los caprichos estúpidos, tu encendías un cigarrillo me lo ofrecías, no hablabas pero yo ni me sentía sola, ni te sentía lejos amigo mío. Quizás sean excusas, historias que inventamos para permitirnos escapar, para poder ilusionarnos aunque sea por un rato. O quizás todo lo demás sean falsas excusas y solo nuestros "inventos" son lo real, lo que hace que "valga la pena". Pero ese café de esa noche me supo más rico que cualquier otro. Por eso, les pido por favor... ¡Qué no me vengan con tonterías! No en las noches! ¡No en el barrio de San Telmo! No ahora que el tío Giuseppe ya no esta y que mi amigo del alma "El Oriental" anda bajo un cielo venezolano, no ahora que los extraño y me hacen falta en el Dorrego y en los pasos de mi andar. Al tío Giuseppe mi preferido de la familia que Dios lo tenga en la gloria. Mi cariño, afecto y gratitud por siempre, a Julio "El Oriental" con quien compartí bellos momentos, y quien en las malas me acompañó siempre y me ayudó a levantarme, cuando nadie se había dado por enterado de que me había caído.

Disculpa jcp por colgarlo en tu perfil, pero necesitaba hacerlo Beso La Tana


Bs As 22 de febrero 2014




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