A través de la ventana del Bar tras la llovizna gris, un retazo del olvido
con lágrimas de ron y tango en la pena de un bandoneón, me vuelven las horas
aquellas. Entonces la emoción como un puñal me hiere el corazón con tu
ausencia fatal
Apurando la copa en la noche larga y sin estrellas, es nada más que un desordenado
carrusel girando con estos viejos recuerdos míos.
La multitudinaria Plaza de Mayo en la tarde de abril del 87 donde nos conocimos
cuando Alfonsín desde el balcón de la Rosada en nombre de la democracia nos regalaba: "La casa está en orden"... y desde ese glorioso día todo entre nosotros con amor sucedió...
Tu ramito de violetas en la mesita de entrada, los libros de Jorge Amado, Cortázar,
Pizarnik... el salón La Argentina de Rodríguez Peña y nuestro primer abrazo tanguero,
los cafés en el viejo La Paz -a la salida del Teatro San Martín- con charlas eternas sembrado esperanzas entre tus utopías y las mías... mientras con mantel de papel a eso de las 10 de la noche, nos esperaban los fideos con pesto en lo de Pippo...
Sábados de sol en el Circuito KDT, tren de la Costa al Tigre o la muzzarella a caballo en Banchero final para un domingo de fútbol en la Bombonera... y después, aquel frío otoño en Plaza Mitre de San Isidro donde para vos fue toda mi confesión, en un deshilachado poema de amor salpicado de mate y maní... Colombina porteña te quiero para siempre en mi vida!!! y tus bellas pupilas llenas de luz y asombro... y esa dulce sonrisa dibujando como nunca nadie en mi alma el amor... Y sin más trámite que lo sentido allí nos casamos.
Después, recuerdo, cuando vos salías de tu tarea en el Hotel Alvear a las 5.30 de
la tarde y yo de mi laburo en Callao y Corrientes al lado del Colegio Faustino
Sarmiento, una hora más tarde seguía tus pasos, apurado, como corriendo a la vida
bajaba al subte B y combinaba con el C. Nos encontrábamos entre aquel gentío en
un barcito de la estación Mitre, donde me esperabas con tu encanto angelical y
esa sonrisa de sol mañanero que me entibiaba el alma y le daba sentido a mis días.
Un café, comentarios del laburo, comprábamos el diario, proyectábamos nuestra
noche, la cena, el telenoche de Mónica y César..., una peli en la vídeo... mientras
del brazo apretaditos caminando rumbo al andén..., ternuras del atardecer por Retiro.
Hasta San Fernando en el tren dormitabas en mi hombro... y que bien que me hacía...
Felices vos y yo en aquel nuestro pequeño y cálido mundo de amor y fantasía
Nada más que por esos gloriosos instantes valía para mi la vida... Pero un cruel capricho
del destino cuando eras todo mi mundo floreciente de ilusión quiso que un día tu sonrisa me dejara de alumbrar, me arrebató sin tiempo tu tiempo, te fuiste con tus jóvenes 35 abriles y en las sombras como otra sombra abrazado con el alma a tu silencio quedé.
Ay! si supieras mi Colombina porteña desde entonces que difícil fue caminar las calles y
llegar hasta aquí sin el color de tus pasos, sin eso tan tuyo que día y noche a mi corazón
encantaba, sin mas consuelo que este doliente recuerdo. Desde tu partida mis ilusiones se refugiaron entre las ruinas sepias de aquel pasado... horas y más horas resignadas sin el arrullo de tu decir reinando mi alegría,... sin esa dulce ternura con la que me acostumbraste andar sintiéndote a mi lado... sintiéndote inmensamente mía... Ay! nada más!...
Esta noche de lluvia dan vuelta en mi copa de licor retazos del tiempo que no quieren olvidar. Vagos y desordenados recuerdos que se abisman en el pasado, nada más porque hoy en el bar, una nota de bandoneón me recordó tu nombre con su lamento, y al conjuro de ese fuelle sentí como antes tu voz desde la esquina llamándome, entonces resurgió este loco afán de sentimientos tallados en la mesa del bar y empapados en ron, de volver en las notas de ese tango aquella esquina donde nos encontrábamos y caminar por el terraplén hasta al murito del jardín con violetas al lado de las vías, allí donde sentados en cálidas noches de febrero y helados, planeábamos la milonga del sábado y soñamos mil futuros en aquel pasado..., nada más... Nada más porque hoy hace 30 años de tu partida y en mi eterno desvelo nunca comprendí como siendo tan buena te quedaste para siempre allí, nada más porque nunca como vos hubo en mi vida tal encanto de amor y porque esta noche tengo la emoción envuelta en sombras de tango y alcohol y ahogarme de nostalgia en tu evocación me hace bien...
Irremediablemente nada retorna del pasado..., sombras nada más, borbotón sepia de mi sueño infeliz y esta pena sorda en el aire de tu ausencia... sombras de agosto que te nombran y yo que te sigo amando como ayer con este dolor. De regreso a casa me
devora la llovizna de la noche enorme caminando por la cornisa melancólica del pasado...
Sombras de agosto en mi mente nada más...
jcp
Caracas 15 de Agosto
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