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El diario de un canalla




Vivimos en una época donde los escritores circulan

más que los libros, esto genera que narradores

fallecidos o poco mediáticos se pierdan y pasen casi

desapercibidos. Es el caso de Mario Levrero (Montevideo

1940-2004) nombre artístico tras el que se escondía

Jorge Mario Varlota.


"El diario de un canalla" de Levrero constituye la lectura

de un autor cumbre que conocía como pocos el registro

íntimo de los diarios, la escritura minuciosa de las

anécdotas, el delicado efecto que su lectura producía

en los demás. Creo que este libro es una buena puerta de

entrada para conocer completamente la obra de este autor

uruguayo que ha permanecido casi oculto y que, sin embargo,

produjo una extraordinaria obra en literatura, fotografía,

cómic, columnista y, por supuesto, creador de crucigramas.


Éramos unos niños




Fue el verano en que murió Coltrane... Los hippies alzaron sus brazos vacíos y China hizo detonar la bomba de hidrógeno. Jimi Hendrix prendió fuego a su guitarra en Monterrey... Fue el verano del amor. Y en aquel clima cambiante e inhóspito, un encuentro casual cambió el curso de mi vida: fue el verano en que conocí a Robert Mapplethorpe. Sucedió en el mes de julio de 1967 y eran unos niños, pero a partir de entonces Patti Smith y Robert Mapplethorpe sellaron una amistad que solo acabaría con la muerte del gran fotógrafo, en 1989. De eso habla este espléndido libro de memorias, de la vida en común de dos artistas, los dos entusiastas y apasionados, que cruzaron a grandes pasos la periferia de Nueva York para llegar hasta el centro neurálgico del nuevo arte. Fue así como acabaron instalándose en el hotel Chelsea y se convirtieron en los protagonistas de un mundo hoy ya perdido donde reinaban Alien Ginsberg, Andy Warhol y sus chicos, y se creaban las grandes bandas de música que marcaron los años finales del siglo XX, mientras el sida hacía estragos. Lejos de ser un libro triste y nostálgico, Eramos unos niños es un homenaje a la amistad sin trabas, y sus páginas cargadas de vitalidad y humor nos devuelven el sabor de esa gran ciudad donde hubo un tiempo en que casi todo era posible.


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