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Su andar de gacela, su sensual taconear doblando la esquina del bar, su sonrisa

repartiendo estrellas a los Saltimbanquis del barrio... Me miraba y el sol, la luna y la brisa sobraban... Amor de fango, amor silvestre..., tierna alegría... Mientras tanto todo era tan bueno... todo era tan simple!...


La amé por la rambla desierta, en aquellas crudas tardes invernales, con el viento sur cruzando desde la bahía y las olas rompiendo contra el murallón... En ese destemplado paisaje, nuestra sensación térmica era la locura del amor, mientras las gaviotas planeaban sobre las olas y el maquinista del lento tren carguero nos pitaba y se reía...

La amé cuando el saco no me alcanzaba para abrigar sus sueños, ni para el maní con chocolate y mucho menos para una entrada al cine Capurro..., salvo cuando el "petizo" Benze me hacía un guiño y en el intervalo de contraseñas nos colábamos en la matinée... La amé cuando iba al almacén del armenio Vartán a comprar con libreta, y al dar vuelta la esquina por Coraceros para abajo, yo salía detrás del árbol y cruzaba la calle corriendo a robar los pájaros de sus labios carnosos... La amé a media luz en aquel pasaje de adoquines con transparentes cómplices, mientras la luna cuchicheaba en su pelo un cuento con fragancia de jazmines y glicinas... La amé en primavera sentados en las escalinatas del parque donde charlábamos con palabras sencillas y tiernas bajo los tibios rayos del sol, y entre los colores de las mariposas descubríamos los placeres del amor... La amé a escondidas de su padre que era albañil, y cuando mis manos buscaron las faldas, supe que todo el ardiente febrero estaba escondido en sus muslos... La amé cuando la lluvia caía sobre aquel galpón de cinc en la carpintería del ruso y yo la miraba dormir mientras dibujaba remolinos en su melena azabache...


Suspiraba, era hondamente mía... Que me quieres!! que te quiero!! ... que siempre seremos!!... Amor de fango, amor silvestre, tierna alegría..., todo era tan bueno... todo era tan simple!...


Después..., después por las calles del olvido corriendole un telón al corazón, vino la vida

con su tango de púrpuras y grises... Adiós castillo de barajas, el viento sur de la bahía se lo llevó...


Hoy después de tanto tiempo volví al lugar que me esperabas... Llueve!... todo está cambiado, el parque lo han cortado, la rambla señalizada, el bar cerrado, hay otras caras, muros extraños y alumbrado... pero nadie, nadie que me diga donde estas... si vives aún...


Llueve!..., para bien o para mal, desde que me fui

de aquel lugar llevo amarrado en mi andar un

susurro de barrio...


jcp

Caracas, 2016




No es ternura lo grandioso, lo que sobresale y resalta..., sino el escondite...,

el beso..., una sonrisa, la insinuación,


el abrazo, una flor... el abrigo, tu nombre titilando en mi celular, el café de la

mañana en tu compañía..., el detalle de tu mano para cruzar aferrándose a la mía...


No es ternura lo grandioso, lo que sobresale y resalta..., sino lo simple y espontáneo

de tus cosas conversando con las mías.


No es ternura lo grandioso, lo que sobresale y resalta...


Ternura es el embrujo de tu mirada brillando en mi sentir,

entibiandome los días...



jcp

Caracas, 2016




Nos conocimos una noche de febrero comprando choripanes y cerveza entre

el humo de un medio tanque y el "rataplan chin chin" de una murga porteña allá, en el carnaval de Gualeguaychú...


Bastó una furtiva y relampagueante mirada mientras le ofrecía el chimichurri en el improvisado mostrador... e ipso facto nos juntamos en cuerpo y alma... El desfile terminó y amanecimos como dos pajaritos tomados de la mano, contándonos historias de corazón..., sentados en el muro de la plaza, mientras el pueblo desperezándose amanecía con las vecinas guiñándonos un ojo barriendo las veredas


Toda ella era un sueño, un femenino y sensual sueño, pero sus piernas..., sus piernas tenían un encanto especial que hacían volar mi imaginación...


Desde aquel instante fecundo de pasión y ternura durante cinco años sin faltas, yo cruzaba en mi Fiat Siena cada viernes la tarde-noche de Buenos Aires, recorriendo 300 kms desde Villa Crespo hasta su ciudad natal... Azul


Al llegar a la pensión encontraba todo lo que en ese momento esperaba de la vida: paz, cálida compañía, abrazos, besos, amor y fantasía... Ella también cada viernes me esperaba, inquieta, con su mirada dulce, cómplice y oferente sentada en la escalera, sin preguntas y sus piernas... siempre sus bellas piernas que asomaban invitándome a soñar un fin de semana de piel, licor, tabaco, sonrisas mientras girando un vinilo de Fausto Papetti envolvería el célebre momento...


Por las piernas de Laura yo podía edificar y sostener toda la ilusión de mis sueños, revelar osadas y pícaras fantasías..., entre ellas, conocer sin pudor sus más íntimos secretos mientras escuchaba susurrar mi nombre en sus labios, entonces sintiéndome inmortal me dejaba perder en la eternidad de su tierna y ardiente humanidad.


Los domingos a la noche retorno a Buenos Aires y volver a esperar...


Tal vez vos ya me olvidaste..., yo lejos por otros senderos esta noche de sábado, en la alquimia de una copa de licor sobre el mostrador te he pensado, y en ese sentimental devaneo todo lo que espero de la vida es saber que será de ti, entonces abrir una puerta en el aire del tiempo que no fue escrito, encontrarte y sentarme muy juntito a vos en aquella escalera de la pensión que cobijó nuestro ardiente idilio, para confesarte que tengo abierta una herida, que el tiempo y los caminos de la vida no han logrado cerrarme...


"Lo que sucede no tendría poesía ni pasión en en la distancia del calendario, sin la fragancia de su recuerdo... Aquel implícito devaneo

de pasión, ternura y verbo sin tiempo, con un tango en el ojal retoña a mansalva un sábado más a mi pensamiento"


jcp

Caracas, 2016



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