Capurro
Hay noches en que los fantasmas llegan hasta aquí y se acuestan en mi cama... Entonces al otro día..., dicen los que me han visto..., que me encuentro transparente destrozando un tango..., dibujando su nombre en el cristal de la ventana...
Nací en Uruguay, allá por la década del 50, en un rincón de la Bahía de Montevideo, "el barrio Capurro", y allí mis primeras y grandes emociones:
La pasión por Fénix, el equipo de futbol de la zona; sentarme en el muelle a mirar los barcos que llegaban y partían del puerto, llevandose algo de mí en el tronar de sus sirenas; caminar por las vías del tren de Ancap hasta el lavadero, seguido de algún perro vagabundo; aquellos interminables picados del parque de resultado incierto en las tardes de verano, y después aquel refrescante y revitalizante chorro de agua de la canilla abajo de la escalinata, al lado de la puerta del guardían... La faina y los helados del Once..., el café con pan con grasa en el Sarmiento antes de agarrar el 126 para el laburo...; comprarme en el kiosquito unos caramelos zabala para ir saboreando en la plataforma del bondi ese pegote de dulce de leche que se te hacía en el paladar... Como olvidar a la piba aquella de ojos dulces y melena azabache, que una noche con los Diablos Verdes en el tablado de la esquina, despertó en mí por vez primera el fuego del amor, pero que nunca se enteró... Los domingos matear al sol, arrecostado en el murito de la escuela con los muchachos, comentando el bailongo de la IASA, mientras se nos iba inflamando el pecho con el repiquetear de tamboriles por Gutiérrez para abajo, preparando el grito: SOMOS DE CAPURRO!... VAMOS FENIX CARAJOOO!!
Después..., después un invierno lluvioso, Chau! BARRIO QUERIDO!!..., el vapor de la carrera, Buenos Aires, las luces y el ruido de la gran ciudad..., Palermo, La Boca, San Telmo, Costanera Sur, Soda Stereo, Piazzola, Goyeneche, Corrientes, Obelisco, Bar La Paz, Teatro San Martín, Subtes, Colectivos, ... concierto de suelas, muzzarella de cemento, verano porteño..., y en la mesita de la pieza de pensión, al lado del mate, en una postal sepia, mis viejas añoranzas capurrenses, trepándose a la melancolía...
-No fui pontífice ni drogadicto, ni presidente, ni linyera; no fuí premio nobel ni violador de menores, ni viajé a oriente; no entiendo a Bergman ni escucho a Stravinsky, ni leo play boy... Me gustan las piernas de las mujeres en verano, incendiando de colores la brisa, sus números de teléfonos; me da por morirme todos los otoños, por leer Mafalda, por pisar hormigas, por dormir bajo el sol en la playa..., por tomar mate en la oficina...-Mi sueños..., sueños simples, con olor a tallarines de la casa de doña María...;acuchillar al sol y robarle todos sus colores; tirarle flores a las muchachas, emborracharme de noche cuando el amor se quiebra, ir al cine del barrio en alpargatas, jugar al futbol con los vagos en el baldío, y que me miren los"estirados", y no darles bola, total la brisa se acuesta sólo conmigo...; comer un guiso de estrellas hecho por la vieja..., y encontrar una mujer con nalgas de tamboril, que me entienda cuando me embarco "pecho adentro"...
Con todo mi afecto capurrense, a los que desde algún punto cardinal se reconocen en la memoria de lo escrito...
jcp
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